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Alejandro Cárdenas Proaño

Alejandro Cárdenas fue un pensador, jurisconsulto, juez, gran orador y maestro universitario de gran valía. Nació en Quito, el 24 de octubre de 1845, en el hogar de José María Cárdenas y Antonia Proaño. A su vez, fue padre de Hipatia Cárdenas Navarro, «Aspacia», luchadora feminista, política y escritora, a quien procreó con Ana Navarro y Nájera. Falleció el 3 de octubre de 1922. 

Fue uno de los ecuatorianos más notables de su época. Federico González Suarez y Luis Felipe Borja fueron sus compañeros de escuela. La mayor parte de su formación estuvo a cargo de órdenes religiosas pero se destacó por su pensamiento liberal.

Fue Presidente de la Corte Suprema de Justicia, entre 1909-1919. Fue Rector de la Universidad Central del Ecuador en 1902-3 y del Colegio Mejía, 1898-1899. Ostentó además una serie de cargos políticos como senador, diputado y concejal. Como catedrático universitario impartió las asignaturas de Derecho Administrativo y Ciencia Constitucional.

Entre sus obras jurídicas, la más conocida es la denominada Notas al lenguaje forense, cuya segunda edición data de 1913 sin que se sepa la fecha de la primera edición. En ella se destaca el dominio del lenguaje, amplia cultura general y formación jurídica que caracterizó al doctor Cárdenas. Constituye todo un diccionario jurídico de la época.

A modo de ejemplo, leemos en su obra el concepto: Autos en relación, formulismo que se usa hasta hoy:

«AUTOS EN RELACIÓN. – Decreto de pura rutina. Que se los traiga a o para la relación sería lo correcto, como pedimos los autos para sentencia, y no en sentencia. Si están, suben, vienen, o van los autos en apelación, o en consulta, es porque la consulta, la apelación son estados más o menos durables del trámite en que se hallan los autos, mientras viajan o duerme de instancia en instancia. La relación es diligencia única y breve, a la que no puede referirse el pedimento de vengan los autos en relación, si no se quiere significar que vengan en lectura del Secretario.

Que nos quede como ejemplo la vida del doctor Alejandro Cárdenas. Cumplo de esta manera la deuda con la memoria de este extraordinario jurista, que adquirí mientras me desempeñé como jueza de la Sala de lo Civil y Mercantil de la Corte Nacional de Justica, donde disfruté su grata compañía, con su imponente presencia, a través de un lienzo con su retrato, que forma parte de la colección de óleos de esa institución del Estado».